El otoño trajo el cambio, un cambio brusco pero imperceptible, que se fue colando poco a poco por los orificios de una vida acomodada. Y, sin querer, nuevamente me encuentro anhelando un pasado que no vuelve, porque simplemente por su condición pretérita ya no existe.
La amistad se volvió lejana y el amor se volvió inestable, la boca del estómago se retuerce y el alma parece que se sale un rato del cuerpo para soportar.
...
Pero no hay, nuevamente no existe, ni eso, ni el payaso asesino.
Es esa niña llorando y gritando, aferrada de pies y manos a un poste intentando no caer en las profundidades de un agua que por debajo se muestra devoradora; pero al soltarse, el agua llega a las rodillas, y la risa se manifiesta ante tan absurda premonición de la muerte.
...
Lo devorador no es mas que agua que llega a las rodillas, y a veces hay que ir a terapia para poder verlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario